Receso y Crisis Institucional
16/11/25
Por
Asdrúbal A Romero M
Un receso que no pudo ser. Impedido por un cuadro de extrema gravedad institucional

El trabajo con los cinco primeros capítulos de “Crónica de una deriva” ha sido muy intenso. Estaba en mis planes darme una semana de receso, con la finalidad de ordenar las ideas de cara al cierre de la crónica. Todavía no he decidido si los restantes capítulos los publicaré en mi blog o si los reservo para la publicación del libro en el que estoy trabajando. Parte del material ya está escrito. Estimo dos o tres capítulos más, los cuales -como ya lo he anunciado- se compilarán para conformar uno de los relatos del libro que todavía no tiene título. Otra crónica, que si está totalmente concluida, narra lo acontecido en una reunión entre los cinco rectores de las universidades autónomas y el primer ministro de Educación designado por Chávez, Prof. Héctor Navarro, antes de que se celebrara la primera sesión del Consejo Nacional de Universidades que él presidiría. Siempre he considerado que lo que allí se conversó, fue bastante indicativo del desvarío de la “revolución bonita” con relación a sus grandes sueños de transformación de la universidad venezolana.
Expuesto este breve anuncio sobre mi merecido receso, me siento obligado a comentar el recrudecimiento de una de las facetas de la gravísima crisis institucional que aqueja a nuestra alma mater. Me refiero al público enfrentamiento entre la Rectora y el Secretario. La boleta de citación, emitida por la División de Investigación Penal Carabobo de la Policía Nacional Bolivariana el día de ayer (jueves, 13 de noviembre), según la cual se le conmina al ciudadano secretario de la UC a comparecer, en calidad de “investigado”, para rendir declaraciones sobre unos hechos contenidos en un expediente del cual solo se detalla su número identificador, se constituye en un clímax bastante agudo de una crisis que puede ser analizada desde múltiples perspectivas.
Lo que resaltaré en primer plano, es el carácter profético que esta citación confiere a mis palabras: <<El NARCOESTADO ha instalado el miedo dentro de la @ucarabobo por medio de usted, ¡Indigna Rectora!>>, contenidas en el tuit que publiqué a raíz de la participación de la Rectora en el fulano consejo circense para la paz de Maduro el 16 de septiembre de este año[1]. Como el salto del astronauta Amstrong cuando pisó la Luna, el de Jessy Divo ese día fue audazmente inmenso, pero también: irreversible e irreflexivo de su parte. Ya instalada su imagen intramuros como la máxima representante de un régimen absolutamente represivo, torturador y asesino, no puede sorprender a nadie que la mayoría de los ucistas perciba y sienta que “la mano que mece la cuna” detrás de esa citación es la suya.
¡Qué coincidencia! La Rectora que da el gran salto hacia la indignidad, y el prof. Aure, gran aliado suyo en épocas precedentes, que se atreve a adversarla por diferencias de criterios sobre el manejo de diversos asuntos institucionales. El tipo de respuesta rectoral que se despliega frente al adversario es, exactamente, de la misma calaña que la que ejecutan, en modo reiterativo, sus nuevos referentes políticos, Lacava, Jorge Rodríguez, Maduro…. Destaca por la ostentación de un poder abusivo, el irrespeto a las normas y un inocultable deseo por instigar el miedo: “si no te callas, te jodo”. ¡Desea que le teman! El miedo se instituye como elemento omnipresente en las relaciones políticas que se puedan dar al interior de nuestra máxima casa de estudios.
Da la impresión que se ha encontrado con un hueso muy duro de roer y, para colmo, muy mediático. El contexto temporal tampoco le aporta buen viento. El prof. Aure debe tener en su almacén mucha munición esperando la mejor oportunidad para ser utilizada. Lo que ha denunciado, sobre el tráfico de títulos de postgrado en las menciones jurídicas para nutrir currículos de aspirantes a ocupar plazas en la honorabilísima justicia chavista, es solo la punta del iceberg. Concuerda con informaciones que también he recibido de muy buenas fuentes. Lo que viene ocurriendo en esa facultad genera mucho descorazonamiento. La Rectora lo sabe todo. Como sabe que en el espacio del deber ser, su batalla la tiene perdida, pero ya no hay vuelta atrás, solo le queda quemarse huyendo hacia adelante sin escuchar a nadie. Son las cosas del poder cuando se les hace eterno, produce la fascinación de creerte que ya no te debes a nadie, que no existe colectivo alguno que pueda modular tu conducta política. La Rectora anda sola por la vida, en términos de su forma actual de entender y hacer política, centralizando en ella toda la toma de decisiones que afectan a toda una institución y su respectiva comunidad. Se presenta ante lo que pudiera calificarse como su núcleo duro de deliberación política con hechos cumplidos -lo constituyen “sus decanos”, como ella les denomina, la Consultora Jurídica y los representantes profesorales ante el CU promovidos por ella-. Con ocasión de su gran salto hacia la acera de la iniquidad, pocos de ese núcleo sabían de la terrible decisión que había tomado. En muy contadas oportunidades, tiene que escuchar tibias críticas; optan algunos por manifestarlas afuera, pero adentro no se atreven.
Creo que es obvio que en ese núcleo duro ya no es posible depositar confianza alguna en el sentido de que vaya a defender la integridad moral de nuestra UC. Todo lo contrario, en su deriva hacia el chavismo la Rectora, al principio, asumía algo solitaria su desafiante conducta ante los ojos de la comunidad, pero ahora son ya tres decanos los que se ufanan de acompañarla en la compactación del “Chavismo Interno”. El de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, David Rutman, no electo pero exhibe de manera muy voluntariosa su disposición a ser primera espada. Tan alta motivación proviene de circunstancias personales muy particulares, que se conectan con el iceberg que apenas mostró Aure. Quizás tenga que detallárselas en otra ocasión, aunque preferiría no hacerlo. Los que han jurado el proteger la moral universitaria, son los que deberían procesar la basura, pero prefieren hacerse de oídos sordos. Ni se informan. Ni investigan. Ni vigilan nada. Solo desean la “Paz de la Iniquidad” y la Normalización.
La Rectora también ha procurado rodearse por un segundo cinturón de apoyo, más etéreo, que tampoco cumple atribuciones de deliberación política. Este grupo donde cohabitan ex autoridades, asesores, quizás el vicerrector administrativo -aunque la verdad sea dicha: su imagen política tan difusa me impide ubicarle-, no ha asumido la responsabilidad de articularse como un vector político que pueda incidir sobre la Rectora y hacerle ver que va llevando a la institución por un despeñadero. Sea por facilismo o, ahora, por temor, ese núcleo blando ha preferido refugiarse en un omisivo silencio, aun cuando la crisis institucional también haya comenzado a pasarles factura.
Con relación a las raíces del enfrentamiento entre las dos autoridades y la posición que pudiera tener sobre los argumentos esgrimidos por las dos partes, me voy a reservar mi opinión -tendría que amenazarles con varios capítulos más-. No percibo la necesidad de inclinarme hacia uno u otro lado, cuando lo que debería privar, por encima de cualquier consideración, es cómo contribuimos a salvaguardar la primacía de lo verdaderamente institucional. No se trata de defender al prof. Pablo Aure como individualidad, sino de defender el respeto que se debe guardar a la responsabilidad institucional que un secretario de universidad, autoridad rectoral electa, debe cumplir como custodio de la legalidad de las resoluciones del máximo organismo de cogobierno universitario y, por ende, del devenir institucional como un todo.
La Rectora debería saber mejor que nadie, porque ella, además, también fue secretaria electa -período rectoral 2000/2004-, que convocar una sesión del Consejo Universitario (CU) sin que mediara la participación activa como legítimo convocante del Secretario era un exabrupto. Aunque el tema central de la sesión fuera analizar las opiniones exteriorizadas por él, como autoridad, o la auditoría de la gestión de las dependencias adscritas a su despacho, tendría que habérsele informado de la inclusión de ese punto en agenda y permitirle que cumpliera con su responsabilidad de convocar. Durante la sesión, realizada preferentemente contando con su asistencia, las resoluciones específicamente referidas a la Secretaría se tendrían que haber formalizado por escrito de manera tal que, una vez aprobadas, al ciudadano secretario no le quedara más remedio que certificarlas o incumplir con el mandato del máximo organismo. Esta era la forma institucional de proceder y no como se hizo: violando la normativa y exhibiendo de manera grosera y abusiva una omnipotencia incompatible con nuestra esencia universitaria. Los miembros del Consejo Universitario que acompañaron a la Rectora en esa errática aventura deberían ser inhabilitados.
Creo no ser el único que percibe a una rectora que, después de su gran salto hacia su propia perdición moral, ha quedado un poco trastocada. Se había acostumbrado a dar esos pequeños saltitos de acercamiento hacia la inmundicia, sin que su entorno más cercano le expresara alguna reserva. Dirán ahora que no son responsables de ningún entuerto, ya sabemos que en nuestra patria el tema de la responsabilidad colectiva se evade constantemente. Envalentonada entonces, tomó la garrocha y se abalanzó por decisión unipersonal hacia el gran salto. No creo que habría retornado al suelo, cuando ya sabía que había cometido el gran error de su vida en el peor momento. Ya nadie puede salvarla de eso, lo máximo: manifestaciones de lástima de sus mejores amigos. Está desestabilizada -desquiciada, comentan algunos por los chats que después borran- y cree que haciendo exhibiciones de estentórea omnipotencia puede salir hacia adelante. Eso es lo que pretendido hacer con el Secretario y le ha salido el tiro por la culata.
Las autoridades electas no pueden ser destituidas por el CU. La Rectora querría sacárselo de encima, pero bien sabe que debe recurrir al CNU y presentar solicitud de destitución debidamente justificada. En circunstancias de normal legalidad -que no es el caso en el ámbito nacional-, el CNU tendría que designar una comisión sustentadora del expediente de destitución. Luego de las correspondientes averiguaciones y deliberaciones -incluyendo en ese proceder: el debido derecho a la defensa al candidato a ser destituido-, corresponde a dicha comisión presentar una recomendación al cuerpo en el sentido de si procedería o no la destitución. Es un procedimiento que puede tardar meses, incluso años, bien que lo sé que durante mi mandato rectoral elevé una solicitud de destitución de un decano. No se debe desestimar que la Rectora con sus nuevas influencias en el Mundo de los Lobos, podría acortar todos esos lapsos y lograr una destitución inmediata con designación en la misma sesión de secretario sustituto. Pero esta ruta más “formal” no está exenta de dificultades, lo más seguro es que tuviese que pagar un peaje altísimo para lograr la designación de un afín, tomando en cuenta la nutrida competencia de lobeznos.
La designación de un secretario accidental por el CU sería una vía mucho más expedita, al menos por un lapso máximo de noventa días y después se va viendo cómo resolvemos, pero: ¿Cómo justificar su ausencia sin que el afectado la pueda recurrir? ¿Qué tal si hablo con mi capo˗ amigo Lacava para un encarcelamiento oportuno? Contra una ausencia por la vía de los hechos, no existe recurso que valga. ¡En este sótano lleno de excrecencias andamos!
Cuando termino de escribir estas líneas, las informaciones suministradas por el propio investigado apuntan a que fue la Universidad la que interpuso la denuncia penal. ¡Por instigación al odio! De conformidad a lo expresado en sus pronunciamientos mediáticos, a la Rectora le ha molestado su “demagogia barata” con unos supuestos bonos para el personal ucista provenientes de ingresos propios -la calificación entrecomillada es mía-. Al cerrar esta edición, no había logrado confirmación de certeza de tal información. De ser cierta, constituye un claro signo de que ha perdido el rumbo. ¡Qué ni siquiera se haya molestado por cubrir las apariencias para exhibir su prepotencia! ¡Qué haya preferido saltarse las trochas intermedias y usar, de manera directa, las instancias universitarias para entregar a una autoridad electa a esa cuerda de sádicos torturadores, en atención a una propuesta vertida hacia los medios, por muy insensata que ésta pudiese parecerle! Toda esta deliberada intencionalidad enmarca un cuadro de extrema gravedad institucional. Alguien debe detenerla, en su errático viaje hacia el precipicio en el cual arrastra a la UC con ella. Y los que la apoyan, ¿ahora sí harán algo? Les voy a recomendar que escuchen el audio enviado por María Corina Machado, dirigido especialmente a quienes hoy ejecutan las órdenes infames del régimen.
[1] https://x.com/asdromero/status/1968329029729275973?s=20
PD: El Prof. Aure es hábil en su manejo mediático. Ese video con su mamá esperándole mata. Me hizo recordar viejos tiempos.
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