
Doy vuelta atrás, a aquellos años, y tomo consciencia que no ha sido fácil replantearme un segundo proyecto de mi vida. Ahora, además de haber retornado a mis orígenes me pienso como escritor. Es verdad que no tengo una distinguida producción literaria en mi haber. Sólo mi novela "En las sombras del bien", escrita entre 2014 y 2015, pero publicada este año (2022) y de la cual me siento muy orgulloso. Dejo en ella un registro de nuestra historia cercana de destrucción y esperanzas frustradas. También tengo un libro de cuentos: "Recordando el porvenir", en el cual, quiero creer, hay algunos buenos. Son producto de ese arco iris de inquietudes y motivos que se removieron en mi interior cuando me aboqué a ser discípulo de un taller de escritura creativa. ¡Un lapso muy bonito de mi segunda vida, aquel!
La mayor parte de mi producción escrita se encuentra deshilachada en mis dos experiencias blogueras. El primero, hijo de mi cinefilia y del cual hablo en otros rincones de esta página. Y el segundo, el de mayor duración en el tiempo (2009-2020) en el que se pueden encontrar cientos de miles de líneas de opinión vertidas sobre el drama de mi querida y muy menguada Venezuela. Son reflejo de mi período de lucha en mi segunda vida.
A mi manera, luché y fracasé. Soy de los pocos que, como ciudadano de una nación destruida, asume su cuota parte en nuestro estruendoso fracaso colectivo. La mayor parte de la gente que conozco ha optado por desconocer esa cuota parte suya. En 2020 silencié mi blog, con un artículo que hacía referencia al episodio del Dr Calderón Berti en su desempeño como embajador del gobierno interino en Bogotá. Fue la gota que rebosó el vaso en un prolongado ciclo de decepción, que me negaba a asumir, con relación a las acciones de una dirigencia opositora sin entidad real como para asumir ese rol de tanta responsabilidad. Todo lo nuevo que ha salido a flote sobre el mencionado episodio ha reforzado mi convicción de no estar equivocado.
Ahora, progresivamente he logrado andar más tranquilo. El luto del fracaso lo llevo en mi corazón, pero no me ha impedido rehacer un pequeñín proyecto de vida en el que mi misión se ha redimensionado. Ya no depende de grandes colectivos, ni de triunfos cuya elusividad se engrandece en el tiempo. Se concreta mi misión en pequeños logros, los cambios neuronales que logro en cada sesión con mis alumnos. Igual sueño con los que pueda lograr en mis lectores. Pero estos, puede que los logre después de haberme muerto. De igual manera, me harán feliz.
A continuación algunos datos más concretos sobre mi hoja de vida, atentamente....
Con frecuencia pienso que mi vida es como si hubiese vivido dos vidas. Continúo siendo profesor -ahora me dedico a dar clases particulares de matemáticas en Madrid-, lo he sido desde mi primera incursión en la docencia como preparador de Análisis Matemático I en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Carabobo. Corría el año de 1971, así que han trascurrido más de cinco décadas en las que, en buena parte de ellas, la enseñanza ha sido el principal motor de mi vida. Ahora, no tengo duda: mi misión de vida es enseñar. También he transitado lapsos en los que otros asuntos me han sustraído de la docencia, pero siempre regreso a ella.
Inicié mi segunda vida al ser jubilado, sin haber alcanzado los cincuenta años, por el sistema de gobierno de un país que se creía muy rico cuando ya no lo era. Yo, como muchos otros, somos ejemplos emblemáticos del craso error que comete Venezuela al desembarazarse de sus mejores cerebros en una etapa donde cabría esperar mayor producción intelectual.
En mi primera vida, emprendí una carrera de docencia universitaria en la misma institución que me había conferido el título de Ingeniero Electricista (1974), la cual culminé alcanzando la máxima posición, la de Rector en el período rectoral de 1996-2000. A los cuarenta y nueve años de edad, con Chávez iniciando la revolución destructora de mi patria que todavía continúa su implacable ejecutoria - había asumido la Presidencia en enero de 1999- me conseguí como si una tormenta me hubiese expulsado de mi trayectoria natural en mi viaje planetario.