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Alacranes Voladores

26/4/25

Por

Asdrúbal A Romero M

Muy breve ensayo sobre la novel acepción de "alacrán" y sus derivados gramaticales.

Como bien sabemos, los idiomas no son estáticos. Todo lo contrario, evolucionan muy dinámicamente en la medida en que las sociedades cambian, se crean nuevos objetos a los cuales se necesita denominarlos o, también, irrumpen nuevas realidades que demandan una referencia lingüística a los fines de que podamos aludirlas. El otro día, pensando en lo que ocurre en mi querida patria -continúo haciéndolo con religiosa regularidad-, se presentó en mi mente esa palabra que utilizamos para referirnos a un animal, venenoso por lo demás, el alacrán.  Y que, en los tiempos recientes de nuestra historia política, se ha popularizado su uso para referirnos a una novel situación que nada tiene que ver con las ciencias biológicas, sino con la muy criticable perversión del quehacer político en la que han caído ciertos actores de nuestro patio.


La “novel situación” ya lleva unos cuantos años, de aquí que la utilización informal por parte de los ciudadanos de esta sobrevenida acepción de la palabra alacrán se haya consolidado. No puede ya albergarse duda sobre su incorporación en los futuros diccionarios de venezolanismos en el español. Como no soy filólogo, no me atreveré a anticipar alguna versión formal de la misma, pero seguro sí estoy de que el renglón vinculado a la novedosa y llamativa acepción del término alacrán no podrá ser muy breve, un sinónimo a secas por ejemplo, sino que deberá contener una explicación sobre su origen. Está tan sobre utilizada esta acepción, que de ella se vienen desprendiendo otras formas gramaticales derivadas, sustantivos, verbos y hasta adverbios.


Ahora les digo la verdad sobre el alacrán que vino a mi mente, no fue el animal, sino un verbo que lo pensé reflexivo: “alacranizarse”. Como pueden ver, ya no se trata solamente del calificativo que se le asigna a un político detestable, sino más bien de la referencia lingüística a todo un proceso, con sus etapas de inicio, formación y operación encubierta, despliegue desvergonzado, etc. Existe, por ejemplo, el “alacranismo” inculcado: el de los jóvenes pre líderes siguiendo las tesis doctrinarias de los “alacranes originarios”. A mí me despierta más interés, como tópico de investigación, saber cómo habrá sido el inicio de éstos. ¿Se podría hablar de un Adán del “alacranismo” o se gestaron varios originarios en paralelo a través de caminos diversos y en los distintos nichos del mercado? -el empresarial, el de los intelectualoides, experimentados encuestólogos y por supuesto, el más importante, el de los políticos-.


La iniciación pudo haber sido inducida a través de alguna oferta tentadora o, incluso, autoinducida. Un buen día, frente al espejo, afeitándose, una idea en forma de burbuja sube desde el subconsciente: ¿Y si yo hiciese un pequeño pacto con los destructores que me brindase una ventaja en mi posición interna dentro del purgatorio opositor? Así comienzan estos procesos de utilización de los malandros -aquellos a los que se les ha jurado férrea y patriótica oposición- para ganar ventaja en la fratricida pugna interna. La cual, por cierto, siempre fue estúpida e inexplicablemente fratricida, tal como pude constatarlo con inesperada contundencia en mis breves tres meses en la coordinación del primer Frente Amplio en Carabobo. Desde el arribo de Chávez, nunca fue posible que entendieran las diversas facciones, la necesidad de forjar una verdadera unidad monolítica frente a un régimen tan dañino como lo ha sido. Fue en ese caldo de cultivo, de tan antipatriótica imposibilidad, donde se gestó ese proceso evolutivo de perversión política que hoy día ha alcanzado impúdicos niveles de exposición pública: la “alacranización”.


Estos procesos siempre se inician a través de pequeños acuerdos, sutiles movidas que siempre se van a negar porque la pretensión es mantenerlas encubiertas. Pero van a evolucionar in crescendo. No nos engañemos, una vez se entra en ese juego perverso, no hay marcha atrás. Les ocurre como al que acepta realizar una pequeña encomienda de un grupo mafioso. Una vez entras a trabajar para ellos, ya no te puedes salir. El mismo primer acuerdo, ese pequeño trabajo sucio de iniciación, ya les aporta el mecanismo a quienes te usaron para mantenerte prensado. Esta ley de la Vida con la que, seguramente, la mayoría esta familiarizada, también rige en la “alacranización”. No hay retroceso, escúchese, y siempre va a ir a más.


Y en ese siempre ir a más, participando en componendas de creciente dimensión y, por ende, mayor riesgo de visibilidad, las operaciones encubiertas abandonan el oscuro sótano donde se urde la traición para comenzar a quedar expuestas al dominio público. Lamentablemente, la iluminación ciudadana en Venezuela con respecto a este fenómeno ha sido muy desigual en el tiempo. Quizás, los más suspicaces fueron los primeros en verles el plumero y se les invalidó como radicales. Por mi parte, me incluyo entre los ciudadanos de convicción tardía sobre la picaresca de nuestros alacranes -aun cuando este fustigante texto transmita impresión de lo contrario-. Quise creer que lo que se sospechaba y rumoraba no podía ser verdad. ¡Tanta bajeza! Hoy día pienso que mi ruptura definitiva se produjo cuando cerré, absolutamente decepcionado, mi anterior blog de opinión política en julio de 2020. Todavía el año pasado (2025), pude compartir con personas, a las que he considerado como auténticos opositores y de recto proceder, que no se negaban a la posibilidad de que Manuel Rosales fuese el candidato de la Oposición. ¡El Imán del Alacranato investido como tal por María Corina Machado! De haberse concretado ese épico triunfo del alacranismo maniobrero, el 28J habría resultado un verdadero desastre. Pero así hemos andado y debo confesarles que, en esa ruta, mi paciencia con el “comeflorismo” también alcanzó su límite elástico de ruptura.


María Corina les derrotó aplastantemente en la Primaria. Luego articuló lo que ellos nunca pudieron lograr: ganar y concretar la defensa del voto ciudadano en una incontestable demostración de la victoria. Ella y muchos de quienes le acompañaron están pagando muy duro su atrevimiento. Pero nada de esto importa. La “alacranización” también implica la atrofia total de las neuronas espejo.  Exigidos por el régimen, no les ha quedado más remedio que abandonar sus orugas podridas para salir a batir sus alas del descaro traidor ante la gente. Hasta ese nivel de impúdica exhibición pública han llegado y límite a lo que puedan hacer no hay, ni debe extrañarnos lo que llegaren a hacer. ¡No tienen retorno! Debemos estar claros sobre esta ley fundamental de la “alacranización”.


¿Interesados en que produzca un cambio político en el país? ¡Ya no lo pueden estar! Es muy necesario de que nos convenzamos de esto. Saben que a ellos les iría muy mal en el escenario de un triunfo de la legítima fuerza opositora. Alguno incluso temerá que en un contexto de retorno a la libertad, pudiese ocurrirle lo que a Pinochet: acabar condenado por un delito tipo Odebrecht. Esta conclusión aplica a todos aquellos que los han acompañado. Condenados a medrar del Mal, han evolucionado hasta transformarse en alacranes voladores, repugnantes criaturas de la Oscuridad que se nutren de las esperanzas perdidas.  ¿Hasta cuándo se les va a permitir que continúen engañando y confundiendo?  Apoyo la proposición de Andrés Velásquez, hay que expulsarles de cualquier guarida maloliente donde pretendan atrincherarse.  Roberto Henríquez le ha respondido que el tema tendrá que ser discutido. Muy bien pues, que se proceda con la brevedad que lo amerita el bochornoso espectáculo. Muchos, ya no estamos dispuestos a continuar calándonos “comiquitas”. ¡Aspiramos a que María Corina tampoco!






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