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Trump: la variable no prevista

22/2/25

Por

Asdrúbal A Romero M

Se ha convertido en la variable de mayor incertidumbre en el análisis del tema Venezuela

Tal como el tema de mi más reciente artículo en El Nacional lo ameritaba, María Corina debe salir, he recibido decenas de comentarios sobre su contenido. El objetivo del presente texto es tratar de hilvanar algunas conclusiones sobre un par de aspectos que deseo resaltar de esa retroalimentación recibida. A continuación, un texto que seleccioné como el más representativo de mi tipo de respuesta preferida: <<Mi opinión como ciudadana normal y lo que pienso hacer se resume muy fácilmente: 1) No voy a votar en unas elecciones que no me dan ninguna garantía; 2) Seguiré admirando el coraje y dedicación de MCM; 3) En lo posible, apoyaré y seguiré sus lineamientos hasta el final; 4) Si es su decisión salir del país, entre otras cosas por su seguridad que ya ha arriesgado al máximo, también lo apoyaré>>.


Después de todo lo acontecido, esta es la respuesta con la que me identifico más. La que yo esperaría de cualquier ciudadano opositor pensante y con cierto nivel educativo. A sabiendas que, con respecto al cuarto aparte, se ha instaurado en el país el discurso del “abandono al colectivo por el líder” -reforzado por toda la clase política- que divide más las opiniones. Con relación a los puntos del primero al tercero, se me dice, y coincido con ello, una inmensa mayoría seguirá la línea de quien tan bien se ha ganado el derecho a ejercer el rol de lideresa del proceso.


El liderazgo de María Corina debería ser respetado. Sin embargo, cuando yo observo distanciarse de su línea a algunas personas, cuya posición política siempre la he valorado como auténticamente opositora, es comprensible que se pueda especular sobre un incipiente resquebrajamiento de ese liderazgo. Que comience a reflejarse, no tan tímidamente, en escasos pero muy visibles sectores generadores de opinión, me conecta inevitablemente con mi metáfora del condensador de las esperanzas -en mi blog: https://www.asdrubal-romero-blog.com/news/esperanza-terminal- . Que esa conducta no vaya a tener mayor incidencia sobre la decisión de las grandes mayorías, seguramente sea cierto, pero igual considero que es una dañina fragmentación a la que hay que salirle al paso. De aquí, una de mis principales motivaciones para el artículo in comento. Ignorar el cuestionamiento a la línea no es beneficioso. Y mucho menos lo es, encasillar a todos los que la cuestionan bajo el género de alacrán sin ellos serlo. Esto, a la postre les distanciará más. Por cierto, que mi artículo podría ser interpretado como otra alternativa más encubierta del cuestionamiento al liderazgo de MCM. No ha sido esta mi intención, aunque he tenido consciencia del riesgo que corría al colocar el tema de la salida del país sobre el tapete.


En otro orden de ideas, en la retroalimentación se generó otro tópico del que derivé una merecida lección. Está relacionado con el siguiente texto recibido: <<No me hago muchas ilusiones con Trump. Sus últimas actuaciones las tildaría de “egoístas”, como lo refleja el nombre de su proyecto político>>. Quienes solemos escribir, con frecuencia recurrimos a alguna imagen fuerte a fin de ahorrarnos argumentación -apelando al refrán chino de que más vale una gráfica que mil palabras-. Por ejemplo: <<Solo invito a imaginar cómo se desarrollaría un diálogo cara a cara de Trump con la lideresa que simboliza…>>. El tiro me salió por la culata. Muchos de mis lectores se enfocaron en el imaginario retrato de esa entrevista y, habida cuenta de las más recientes ejecutorias del personaje, la calificaron de poco útil. La mayoría de los epítetos sobre Trump en mis chats y redes sociales me los ahorro, pero, definitivamente, se convirtió en la variable no prevista que chalequeó en significativa fracción mi discurso.


En resumen, muchos llegaron a la conclusión de que no valía la pena que MCM acometiera el esfuerzo de salir del país para entrevistarse con <<ese señor egoísta que solo va a lo suyo>>. Todas las otras dinámicas positivas que ella podría articular en el extranjero quedaron excluidas, en la reducida imagen que se reveló en el cerebro de todos aquellos influenciados por las emociones políticas negativas que les genera Trump.


Por supuesto, las irradiaciones del fenómeno Trump no son recibidas de manera uniforme en todos los estratos etarios. Pero en quienes tenemos ya cierta edad y hemos recorrido la historia de los últimos 50 años con ánimo de análisis, la aparatosa conducta de este elefante en cristalería en el que se ha convertido el flamante presidente de los Estados Unidos de América, es motivo de preocupación en el ámbito de lo mundial y lo patriótico.


Acá en Europa ya se habla de “nuevo orden mundial”. Hoy, miércoles 18/02/2025, todos los titulares de periódicos españoles, así como en los más importantes programas de opinión matutinos, se referían a la noticia de que el nuevo “Lex Luthor” del globo terráqueo había acusado, falsamente, a Ucrania de iniciar la guerra, habiendo sido Putin, ante los ojos de todos los habitantes del planeta, el cruel invasor. Esto no son buenas noticias, ni para el mundo, ni para los venezolanos. El optimismo que albergaba con relación a la probabilidad de una cooperación proactiva en nuestra liberación por parte de USA, basado principalmente en las actuaciones de un grupo de senadores republicanos y las declaraciones de Marco Rubio, debo reconocer que está hoy muy disminuido.


El tiempo de atención a la problemática causada por el eje Cuba, Nicaragua y Venezuela se achica hasta la inexistencia, mientras que el novel arquitecto del orden mundial intenta resolver problemas con raíces históricas, que abarcan centenares de años, con un marcado individualismo e inquietantes manifestaciones de ignorancia. ¡El Mundo no se lo va a calar, así tan fácilmente! Como igualmente opino, que si en la sociedad norteamericana quedan restos de calidad democrática, así sea solo un cuarto de la que respiré en mis años mozos, más pronto que tarde se articulará un vigoroso frente interno que presentará tenaz resistencia política a sus desmanes. Aunque muchos podamos estar de acuerdo con varias de sus ideas nucleares sobre los cambios que pretende acometer, con esas formas suyas no resulta viable transigir con ninguna. 


Trump se ha convertido en la variable de mayor incertidumbre para nuestros análisis sobre Venezuela. Tan incierta es, que quizás dentro de algunos meses, agotada la luna de miel que suele reservarse a los triunfadores electorales y encerrado en un cuadrilátero con duros contendientes, internos y externos, que también sabrán golpear, entonces quizás: el atender y resolver el más sencillo y expedito tema de Venezuela se convierta en una apetecible victoria política a la altura de la rama del árbol. Así andamos por el Mundo, ¿quién se atreve a pronosticar ahora mismo?






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