Sumar fuerzas
20/11/23
Por
Linda D'Ambrosio
Se evidencia la buena relación que existe entre las Academias de ambos países, y cómo es posible unir voluntades para llevar a cabo proyectos de interés común
Cuando me decidí a publicar Venezolanos de Ultramar, un conjunto de reseñas aparecidas en El Universal que versaban sobre el desempeño de nuestros compatriotas en el extranjero, todavía no se había producido el enorme éxodo que llegaría a su apogeo en el año 2015. Sin embargo, ya para entonces muchos venezolanos ocupaban posiciones destacadas alrededor del mundo, poniendo en luz que contaban no solo con la buena voluntad de contribuir a sus respectivos campos, sino también con la formación que los capacitaba para ello.
Los migrantes no son meros cauces a través de los cuales fluye el dinero de un país hacia otro: cuando trabajan legalmente, impactan favorablemente en la economía de sus países de llegada al pagar impuestos, consumir productos, o alquilar viviendas. Si emprenden por cuenta propia, generan empleo. Si son profesionales, pasan a convertirse en un recurso humano cuya formación no le ha costado un centavo al país que los acoge. Es lo que se conoce como brain gain.
En sintonía con esta idea, la noción de codesarrollo fue introducida por Sami Nair en 1997, mientras investigaba sobre migraciones en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia. Según él, los flujos migratorios benefician tanto al país de envío como al de acogida.
Esta idea de beneficio recíproco aparecía como una alternativa frente a la idea tradicional de “cooperación al desarrollo”, según la cual ciertos países apoyaban a otros, favoreciéndolos de manera unidireccional, lo cual contribuía a su vez a perpetuar la relación dominante norte-sur.
Y traigo todo esto a colación porque la reciente incorporación en Madrid de dos nuevos miembros honorarios a la Academia de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela, ANIHVEN, evidencia la buena relación que existe entre las academias de ambos países, y demuestra también cómo es posible unir voluntades para llevar a cabo proyectos de interés común.
Don Antonio Colino Martínez, el primero de los nuevos Miembros Honorarios, es el actual Presidente de la Real Academia de la Ingeniería en España, a la que se unió en 2004. Por su parte, el Ingeniero Agrónomo Carmelo Ecarri Henríquez, ha venido desempeñándose como Vicepresidente de la Comisión de Actividades Académicas de ANIHVEN en España, trabajando para consolidar la colaboración entre las academias española y la venezolana.
Según explica el ingeniero Asdrúbal Romero Mujica, ex rector de la Universidad de Carabobo, dicha comisión fue designada con el fin de aprovechar el potencial de los ingenieros venezolanos radicados en España: “Don Antonio Colino nos abrió las puertas y, como consecuencia de ello, hemos firmado un convenio de cooperación institucional que ha abierto las vías para la realización de un conjunto de iniciativas compartidas. Entre ellas, la participación de la academia venezolana en el proyecto de revisión del Diccionario Español de Ingeniería, del cual ya existe la versión 1.0, para convertirle en un diccionario panhispánico”.
La ceremonia de incorporación, en la cual Romero Mujica impuso la medalla a los nuevos miembros honorarios en nombre de José Ochoa Iturbe, presidente de ANIHVEN, pudo seguirse en tiempo real a través de YouTube y tuvo lugar en el Salón de Actos de la Real Academia de Ingeniería de España, amenizado por músicos venezolanos.
Este caso de cooperación entre los miembros de un mismo campo formados en uno y otro país, ilustra cómo es posible sumar fuerzas para desarrollar sinergias útiles que, tal y como postulaba Nair, puedan resultar beneficiosas tanto para el país de origen como para el país de acogida. Un encomiable esfuerzo que debe inspirar a otros gremios.
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