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Sobre el Bono Vacacional Público

13/8/22

Por

Asdrúbal A Romero M

Otro episodio en alfombra mágica

No quisiera estar en el pellejo de ese hombre -diría mamá-. Me refiero al máximo responsable del manejo de las finanzas públicas en Venezuela. Lo imagino con arritmias y taquicardia cuando algún subalterno le notifica que Maduro va a lanzar una de sus audaces peroratas presidenciales. ¡No, otra vez no, por favor! -gritará desesperado mientras su esposa llama a una ambulancia.


Yo, por supuesto más tranquilo, lo único que hago es preguntarme: ¿Hasta qué altura volará esta vez el Bigotudo en esa alfombra mágica que utiliza cada vez que va a desplegar su avanzado conocimiento económico ante alelados compinches? Ya lo hemos visto varias veces en esos fantásticos viajes donde anuncia el nuevo plan de recuperación económica. El más risible de todos fue cuando creó el "Petro". ¡Cuán bien se la pasó inventando ficticias cifras económicas que todas conciliaban en el fabuloso mundo de sus deseos fracasados!


En su más reciente y muy voluntarioso ejercicio de genio de la lámpara de Aladino, ni siquiera consultó al hombre de las cifras. Después de reunirse con su núcleo político más allegado, decidió, así como así, incrementar el salario y la pensión mínimos desde los siete BsD -monto cuya equivalencia ni siquiera alcanzaba los dos dólares (1,62)- hasta los 130, monto que para el 18/3, fecha de publicación en Gaceta Nacional, era equivalente a treinta dólares según la tasa cambiaria del BCV. Y a medio “Petro”, como si el ciudadano común sacase cuentas con ese cripto artilugio derivado de sus fabulaciones.


Lo cierto es que el aumento instantáneo fue del 1752%. ¡Guau! -me dije-, qué manera tan alegre de imprimir dinero. Aunque, por otra parte, debo confesar que me produjo contento el que, para millones de jubilados, ese incremento les representaría un fresquito, momentáneo pero fresquito al fin y al cabo. Cuentan, que al soslayado jerarca de las cuentas públicas tuvieron que llevarle a una lujosa clínica donde ya están acostumbrados a remediarles sus múltiples patatús. ¿Estaría consciente Maduro que también había elevado el piso de referencia a todas las tablas salariales de la administración pública?


Conocida la imposibilidad que han tenido para desembolsar el bono vacacional al sector público, me atreveré a opinar que Maduro ni pendiente de ese "pequeño" detalle. Desde el mismo momento de su anuncio, los responsables de administración y presupuesto en cada uno de los ministerios y otras dependencias públicas comenzaron a rascarse el cráneo, tratando de figurar cómo achicaban técnicamente la magia de Maduro a fin de que su incidencia en las tablas salariales de su respectiva dependencia no fuera tan alta.


Los de la OPSU, por ejemplo, otros que ni pueden dormir cuando se enteran que el genio de la magic carpet va a lanzar otro iluso paquetazo, inmediatamente se abocaron a disminuir los incrementos porcentuales ínter escalas; a recortar la prima por año de antigüedad; todo con tal de aplanar las tablas salariales de los universitarios. Cuando una profesora titular de la UCV comentó en twitter que le habían aparecido en nómina el equivalente a unos mil dólares, eso se convirtió en la "Noche del Terror". Ipso facto, giraron instrucciones a las universidades obligándolas a todas a entrar por el redil de la nueva tabla trasquilada.


Luego reforzarían la vigencia de su artificioso corte y pega, disfrazando la tabla en el marco de un novel convenio laboral firmado, obsequiosamente, por la Fábrica de Trampas Universitarias de Venezuela - el FUTV de Carlos López-. Lo cierto es que a pesar del aplanamiento, se podría hablar a grosso modo de un incremento salarial del 1000% para el sector universitario. Me remito a mis cifras personales, si yo a duras penas recibía mensualmente una pensión que no alcanzaba los treinta dólares -hubo épocas en las que fue muy inferior-, pasé a contabilizar a mi favor un monto aproximado a los trescientos dólares -aunque bajo la amenaza de un dólar que comienza a remontar a mayor velocidad-.


Después de unos pocos meses recibiendo el fresquito, llegó la hora de la verdad: al gobierno no le quedó más remedio que hacerle caso al hombre que acababa de salir de la clínica. No se atrevió a emitir de un solo golpe una orden de nómina para todo el sector público contentiva de unos cien días de salario - el número efectivo de días varía dependiendo del ministerio o dependencia-. Si se imprimía tal cantidad de dinero tan abruptamente, tendrían que olvidarse de la política de relativa estabilidad cambiaría que tanto les venía costando. Esa fue la advertencia del acomodaticio manejador de los reales, que mucho protesta a espaldas del mandatario pero que no abandona porque también está en lo suyo.


Es el oportuno momento para aclararles a los legos en la materia, que la forma más emblemática y reiterada de cómo el Régimen imprime dinero, es emitiendo cuantiosas órdenes de nómina en bolívares sin el debido respaldo. No es, como pueden creer algunos, que el dinero a la vista se genera mandando a imprimir billetes en alguna impresora para tal efecto. Y siendo que en Venezuela, los trabajadores públicos cobran su salario en bolívares, pero lo gastan en dólares. La presión cambiaria sería tal que, una vez más, al régimen no le quedaría otra opción, sino la de aflojar las riendas y dejar correr el valor del dólar que, en pocas semanas, alcanzaría valores que no me atrevo a pronosticar.


Esta es la espada de Damocles que pende sobre todos los cuellos de nuestros compatriotas dependientes de un sueldo público. Venezuela continúa arruinada y su sector público, en la práctica, casi totalmente desmontado. No es verdad que la economía del país haya mejorado como para soportar con sostenibilidad ese incremento que se anunció con bombos y platillos en los primeros días de marzo. El dinero no estaba en ninguna parte. ¡Ni se lo robaron! Sencillamente, no existe. Habría que imprimirlo y ya saben lo que ello significa e implica.


El dilema es claro, si nos dan mucho ahora, el fresquito nos durará muy poco. A finales de año, podríamos retornar a salarios reales recortados a una décima parte. Si dosifican el incremento, quizás el fresquito nos dure más tiempo. Tampoco podemos tener garantía de cuánto podrá durar. Con este régimen resulta harto difícil saber a qué atenerse.


¿Cuál es la mejor opción? Yo no la sé. A lo mejor es: "más vale pájaro en mano que cien volando". Aunque no conscientemente reconocido, allí, escondido en lo más recóndito del ánimo de la gente, quizás este sea el real y verdadero leit motiv de la lucha gremial, la cual saludo haya comenzado a tomar fuerza. Por eso, la política resulta a veces endiabladamente compleja. Hace cuatro meses, todos los dependientes de un salario público teníamos nuestros derechos diez veces más violados que en el momento presente y no hacíamos nada. Nos encontrábamos sencillamente derrotados y aletargados. Sólo bastó que Maduro saliera de nuevo a flotar en su alfombra mágica y crearnos de nuevo falsas expectativas, para que se haya generado un saludable furor gremial.


No alberguemos dudas: ¡el Régimen se lo merece! Falsea la realidad de la dantesca destrucción que ha perpetrado; opaco a más no poder en sus cuentas; pareciera jugar con los ciudadanos una especie de ruleta rusa. ¿Cuántas veces antes nos ha prometido villas y castillos e incubado falsas expectativas? Ha fracasado, recurrentemente,  pero el proyectil que le ponga final a su oprobiosa existencia no termina de salir. ¿Será esta la oportunidad en la que el fuego vengador cobre justicia? Mucha de su dirigencia más dura, se les está volteando. Ojalá ocurra. ¡Venezuela necesita salir de este nefasto y recursivo merry go round de fracasos y falsedades!


El tema es inagotable. Siempre he creído que la Universidad, como reserva de la intelectualidad con la misión de hablarle con la verdad al país, debe transmitir un discurso causal más ajustado a  la realidad de lo que nos acontece. Me resulta preocupante que enfrentemos una realidad que, en verdad, es el producto de un descalabro; de un estrepitoso derrumbe de toda la estructura de ese edificio otrora conocido como SECTOR PÚBLICO; de una ruptura paradigmática con cualquier otra realidad que hayamos vivido en los últimos setenta años, y que lo hagamos con un discurso enmarcado en el arsenal discursivo gremial de los treinta últimos años del siglo pasado. Pero ya está reflexión tendría que ser objeto de una futura publicación.


Sólo deseo concluir afirmando que los acontecimientos que se pudiesen derivar del enésimo engaño del irresponsable de Maduro, sería muy deseable que se enmarcaran en el inicio de un período de saludables y muy naturales convulsiones sociales, dirigidas a intentar emerger de ese profundo pozo en el que se sepultó al sector público de nuestra querida Venezuela. Ellos fueron los responsables de gestionar ese enterramiento, con sus políticas conducentes a la más temible e implacable década de deslave salarial que se haya sufrido en nuestra historia: 2012-2021 (usando el botón de descarga pueden acceder a ella). Esa es la realidad de la que venimos y con ellos en el poder no la vamos a poder superar. Necesitamos sacarlos, pero el relato de acompañamiento en ese proceso tiene que ser diferente. Por lo pronto: ¡Estamos vivos!


Asdrúbal Romero M

@asdromero

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