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La semilla de la higuera sagrada

1/2/25

Por

Asdrúbal A Romero M

Esta película iraní, de lo mejor que he visto en esta temporada de premios

En septiembre de 2022 Mahsa Amini, una joven iraní de 22 años, es detenida por la policía de la Moral por no llevar adecuadamente puesta la hijab. Encontrándose bajo custodia del Estado, muere. Según las autoridades, por un infarto sobrevenido. Según testigos, a causa de los golpes que le habían propinado. “Mujer, Vida y Libertad” fue el lema utilizado en el importante movimiento nacional de protestas que se suscitó a raíz del hecho. El inusitado clima de desafío que se generó en la sociedad, incidió para que muchos iraníes albergaran la esperanza de que la rotundidad de las protestas conduciría a la caída del régimen teocrático. No fue así. Estos acontecimientos sirven de contexto a la muy renombrada cinta del director iraní Mohammad Rasoulof -con el mismo título de esta reseña-. Me recordaron tanto a lo acontecido en mi Venezuela que, quizás, ello haya contribuido a acrecentar el impacto que la película produjo sobre mí, en una dimensión tal que ya la he ubicado en mi altar de películas preferidas. Algunas, con el transcurrir del tiempo, las he sacado de ese lugar privilegiado, no creo que ocurra con esta ganadora del premio especial del jurado en el Festival de Cannes 2024 y ya decantada entre las cinco finalistas que optarán al Óscar por mejor película internacional a entregarse en la ceremonia del venidero 3 de marzo.


Ciertamente, nos encontramos en la mejor temporada del año para la cacería de buenas películas. Hasta ahora La semilla... se va llevando mi reconocimiento como la mejor del 2024, por encima, incluso, de The Brutalist con diez nominaciones a los Oscars y entre las diez seleccionadas para pelear por el trofeo a mejor película -de las cuales he visto seis-. En el caso de la iraní, es un acto de valentía y arte ya que fue filmada en ese país antes de huir su director a Alemania para evitar ser puesto en prisión. Rasoulof, conjuntamente con Jafar Panahi de quien vi la excelente Los osos no existen (2022), son los dos más prominentes directores disidentes que tienen, terminantemente, prohibido filmar películas por parte del régimen iraní. Ahora bien, quien crea que esta última obra suya es un thriller centrado en el conflicto político en ese país se equivoca. La gran virtud que le confiere a esta cinta un carácter de impactante universalidad, es la conexión que logra entre esa atmósfera tóxica e irrespirable del conflicto que se vive extramuros de los hogares y el clima de tensiones y fracturas que se generan al interior de los mismos.


La cámara de Rasoulof posa su mirada en lo que acontece en el seno de una familia iraní. Las escenas de protesta y brutal represión las veremos a través de videos Tik Tok desplegados en las pantallas de los móviles de las dos hijas: Rezvan, la mayor que ya cursa estudios universitarios, y Sana, quienes permanecen encerradas en su hogar para satisfacer el deseo de Iman y Najmeh, sus padres. Él lleva 20 años trabajando como instructor de causas judiciales que cursan en las llamadas Cortes de la Revolución -creadas en 1979 para enjuiciar delitos, entre otros, contra Dios y el Islam-. Por fin, se le ofrece una oportunidad para ascender como juez. Al inicio del film, se muestra como ese nuevo oficio le genera mucha angustia y dudas morales al tener que dictar sentencias, que involucran la pena de muerte, sin el suficiente tiempo para analizarlas debidamente o, sencillamente, porque existe una orden del Fiscal de por medio.


Iman se nos presenta como un hombre que practica una intensa religiosidad. Es su sumisa y abnegada esposa Najmeh, quien debe acallar sus dudas haciéndole ver que lo que debe perpetrar escapa de su responsabilidad personal, mientras coloca en la balanza la nueva casa y las demás ventajas que disfrutarán como familia de un magistrado. Ingenuamente, al principio simpatizo con él y veo a la madre como la Eva de la manzana, quien además trata de sojuzgar a las hijas para que el proyecto familiar siga incólume hacia adelante a pesar del dramático conflicto exterior. Pero ello no será posible.


Rezvan se encuentra en la Universidad cuando la policía penetra a su interior para reprimir a los estudiantes. A su mejor amiga le revientan un ojo con un proyectil envenenado con balines. Rezvan se la lleva a la casa para curarla. Najmeh trata de oponerse a que la socorra. Esto puede perjudicar la carrera de tu padre, le dice. <<Podría haber sido yo, mamá>>, es su respuesta a gritos.   El conflicto se instala intramuros. Imposible que Iman y Najmeh impidan ver a sus hijas lo que realmente ocurre a través de las pantallas de la modernidad. Los móviles se convierten en una metáfora de la lucha que se ha instalado entre el oscuro pasado y los luminosos tiempos por venir. Creerán, quizás, que les he anticipado mucho sobre la historia que cuenta la película a lo largo de sus 167 minutos que para nada se hacen pesados. Pero no es así, apenas les he entregado un boceto del contexto externo e interno, a partir del cual se desarrolla un auténtico thriller en el que participan sólo los cuatro miembros de la familia.


Resulta increíble como se puede construir tanta tensión e intriga con esa materia prima. ¿Hacia dónde se dirige esto? -nos preguntábamos a cada rato-. La construcción y desarrollo de los personajes es brutal. Van mutando, lo que me llevó a establecer un paralelismo con los dramas de Asghar Farhadi. Otro prestigiado director iraní, que es un maestro en la contraposición de personajes donde cada cual actúa con una lógica muy razonable y acorde con sus estructuras de valores lentamente tejidas con conexiones neuronales, aunque ella involucre desviarse del patrón moral que impera en el colectivo. No hay personajes extremadamente buenos, ni en el otro extremo, todos son grises como la realidad misma y, contradictoriamente, muy razonables. En Nader y Simin, una separación (8.3 en IMDB), oscarizada y colocada en mi altar de preferidas, ocurre esa dinámica evolución de personajes que observamos en La semilla..., el Iman y la Nahmeh que percibimos al final son muy distintos. Y en ese darse cuenta de quién es realmente quién y de sus más profundas razones para haberse comportado como lo han hecho, es donde arribamos a la verdadera clave de la película. Y a la relación de esta clave con el pasaje bíblico de Jesús cuando condena a la higuera a no tener más frutos.  Pasaje que ha sido objeto de diversas interpretaciones teológicas, entre ellas: el de la higuera simbolizando a la hipocresía religiosa. Frondosa, pero sin frutos, puede representar a aquellos que, pese a tener una apariencia de piedad o religiosidad (hojas), no producen frutos verdaderos de justicia y fe.


Quienes no mutan son las hijas. En ellas, como representantes de las nuevas generaciones, criadas entre redes sociales y el uso de los instrumentos de la era digital, reside el mensaje de esperanza de esta película. Las escenas hacia el final de la película reiteran de manera muy inteligente este mensaje. En definitiva, La semilla de la higuera sagrada cuenta la historia de una profunda fractura al interior, metáfora toda ella de lo que habrá de acontecer al exterior. No se la pueden perder.





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