Crónica de una deriva Cap III
26/10/25
Por
Asdrúbal A Romero M
"No me amilanarán", en este capítulo el retrato de la autodestrutiva deriva

Capítulo III- “No me amilanarán”
Esta frase dicha por la Rectora de la UC el once de julio de 2018, sintetizó su voluntad de resistir a toda la campaña de hostigamiento en su contra dirigida por Rafael Lacava. En los primeros meses de ese año, el patán gobernador de la entidad regaba con inusitada frecuencia los medios de comunicación públicos con titulares como este: “Tremendo guiso tendrían en el comedor de la UC con bachaqueo de productos”. Con ese lenguaje barriobajero, típico suyo, el individuo utilizaba grupos de estudiantes chavistas para acusar de presuntos actos de corrupción a “la Divo”; también solía incluir como objetivo de sus dardos acusatorios al profesor Pablo Aure -que en esa época se mostraba férreamente aliado a la Rectora-. En esas declaraciones del “No me amilanarán”, la Rectora también denuncia que había sido interrogada por el SEBIN por haber sido acusada de participar en un “plan subversivo para derrocar al presidente de la República, Nicolás Maduro, y asesinar al Gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, y a su familia”. A ese nivel había llegado el enfrentamiento, nunca antes visto entre las dos más importantes autoridades del estado Carabobo, cuyo cenit se produce el tres de agosto cuando la Rectora y su señor esposo son bajados de un avión en el que pretendían viajar a los Estados Unidos a los efectos de visitar un hijo. Fueron retenidos cinco horas en el terminal, sometidos a interrogatorios y todo se hizo bajo la justificación de una supuesta medida de prohibición de salida del país dictada en contra de la Rectora por un tribunal; quienes investigaron el caso nunca encontraron una prueba documental de esa medida y siempre se habló de una orden oral y arbitraria dada por el poderoso acosador.
Este episodio constituye un punto de inflexión en nuestro relato. A través de las gestiones de algunos mediadores, se logra la reunión entre las dos autoridades enfrentadas. El objetivo era que se tendieran los puentes para consolidar una relación de mutuo respeto institucional. Según ciertas fuentes chavistas, la estrategia del maltratador Lacava era dominar sicológicamente el encuentro con una apertura despectiva hacia la Rectora. La defensa natural de su contraparte, a los efectos de poder soportar la presión en ese crucial momento, debía sustentarse en la dignidad de su cargo como máxima autoridad rectoral de una de las cinco universidades nacionales autónomas del país. ¿Qué ocurrió realmente? Sólo quienes participaron en la reunión lo saben. Se especula, a juzgar por las conductas que con posterioridad a ese choque de alta intensidad emocional todos hemos percibido: la Magnifica pierde la partida. No pudo estar a la altura de su alta investidura académica. ¿Se le debe culpar por ello? A cualquier ser humano le puede pasar en una circunstancia de tanta exigencia de fortaleza. Pero, la Rectora debió haber interpretado su quiebre como una señal. El ejercicio del poder tan alargado en el tiempo va minando la capacidad de detectar esas señales, que son, precisamente, las que le transmiten al gobernante la creciente imposibilidad de continuar ejerciendo ese poder en beneficio de la institución que dirige. Jessy Divo, me refiero a ella como ser humano, debió encajar la realidad de haber tenido que pedir clemencia a uno de estos especímenes odiadores de la Patria, como el punto de partida para iniciar la planificación de una salida digna. Oportunidades las ha tenido, pero las ha desestimado todas. Decidió continuar y no es tonta como para no saber que ello significaba someterse. Si algo caracteriza al régimen es que todos sus capos son extorsionadores profesionales, dispongan o no de auténticos expedientes para hacerlo. Allí comenzó su deriva. Todavía en el 2019, cuando le visité en el rectorado, me repitió lo agotada que estaba, que ya no veía el momento en que pudiese traspasar su responsabilidad rectoral. Era uno de sus temas reiterados de conversación con quienes recibía en su despacho, pero su comportamiento posterior se encargó de contradecirla, dejando ver que su supuesto hartazgo era más bien un relato fabulado de victimización para su conveniencia política.
Fue así como se inició la “Lacavanización” de su imagen rectoral. De “muy corrupta autoridad universitaria” a nueva mejor amiga del acosador galán de Waikiki. ¿Cómo se habrá podido sentir nuestro poeta Montejo con el corruptor dando lecciones de moralidad a los niños del Chamario en las más recientes inauguraciones de FILUC? Mi gente ha tenido que tragarse la rabia mientras ve transitar las iguanas decoradas con el rostro de Maduro. Nuestros muros han sido ultrajados con la imagen de un murciélago, asimilado a héroe Marvel aplastando el escaso remanente de autonomía que nos quedaba. Vimos a la Rectora recibir a Maduro y Cilia en el campus con aspavientos de efusividad que ni con sus más cercanos amigos se los habíamos visto. Esto ocurrió el día del amor y la amistad de 2023. No me pude contener, lo reconozco. Una amiga de los viejos tiempos en la Facultad de Ingeniería, publicó en X sus dudas sobre “la dura realidad de la Rectora”. Le respondí con otro tuit:
<<Como que tienes razón!
Yo tratando de ser empático y ponerme en los zapatos del otro.
Pero tanta efusividad sobra!
Con los DESTRUCTORES del país y de sus universidades, SOBRA!
Sobra demasiado! Sobra más allá de lo tolerable!>>
Mi intención era hacerle recordar el linaje universitario de su familia, a la que estaba avergonzando. Imagino que no fue tomado con el buen sentido que yo pretendía. El esperpéntico video recorrió todos los chats universitarios. Luego produjo otro, peor, con motivo del acto de entrega por Maduro de los espacios remodelados de la Escuela de Enfermería -31 de mayo de 2024-. Allí, dirigiéndose al cruel cabecilla del Cartel de Los Soles, le dijo -transcripción textual-: <<Esta universidad es muy generosa en cuanto a sus amigos. Yo siempre digo que el que llega a esta universidad llega para quedarse. No se retiren. No nos molestan para nada>>. O sea, quédense en la Universidad, quédense en Venezuela, que los necesitamos -traducción mía-. Conociendo el sentimiento de la mayoría de los miembros de la comunidad que ella representaba, porque YA NO NOS REPRESENTA; sabiendo perfectamente de las penurias que sufren, de la ruina en la que han sido hundidos, ¿Cómo se atreve a ofrecer ese espectáculo tan poco digno? Creí, cuando asombrado veía aquel video, que sus palabras constituían el epítome de su deriva deshonrosamente entreguista de la Universidad que “en sus manos no iba a ser entregada”. Pero estaba equivocado, me faltaba por ver en cadena nacional, la puesta en escena final de la deriva autodestructiva de todo su legado como autoridad rectoral y de su entidad moral.
Cuando viajé a Venezuela el año pasado con la finalidad de votar el 28J, ya no busqué hablar con ella. Mis esperanzas en el personaje las había perdido, sin embargo: todavía guardaba esa reticencia de ex rector a la que me referido antes y, excepto por uno que otro tuit puntual, no era mi deseo el de asumir una posición pública de confrontación con la ciudadana rectora a causa de sus devaneos con el régimen. Mi resistencia a hacerlo fue demolida con dinamita pura, ese día que trascenderá en el tiempo como uno de los más oscuros de la historia de la universidad venezolana. No podía, en consideración de ese buen sentimiento que ella no creerá que le he profesado, quedarme callado ante su participación en tan deleznable acto -me repito-. Ese día, no solo nos avergonzó a los ucistas, sino también a los ucevistas, a los de la ULA, LUZ, UDO…, y acometió ese delito de capital transgresión de la moral universitaria en un momento binario, en el que no hay espacio para medias tintas en el país. Apelando al lenguaje popular: nos estamos jugando a Rosalinda. O se está firme contra quienes han destruido a la Patria, o se está con ellos. La Rectora, como todos lo pudimos apreciar, eligió su opción. Su comportamiento, nos divide aguas abajo como miembros de la comunidad ucista. Cada cual debe decidir en su interior si la apoya en esa trasnochada aventura o si rechaza esa abusiva y espuria representación que ha pretendido ejercer en nombre nuestro. Yo lo tengo claro: NO ME REPRESENTA.
Como ex rector, consideré un deber moral alzar mi voz y desatarme de las cadenas de reticencia que me impedían ejercer mi derecho a la deliberación pública con respecto a tan intragable traición. Soy, plenamente, consciente de que las condiciones no están dadas en el país, ni en nuestra UC, para exteriorizar una posición tan severamente crítica como la mía. Con sumo orgullo, la esgrimo en representación de todos los ucistas que no pueden hacerlo. A Dios gracias, puedo alzar mi voz con la vehemencia afinada a tan desleal conducta, porque resido en un país donde puedo ejercer mi libertad, incluso para decirle a la gente lo que no quiere oír -Orwell (1945)-. Y no implica esta afirmación que España sea el país en el que deseo vivir. Es donde puedo ganarme la vida con dignidad, ejerciendo docencia después de haber sido arruinado, como todos los universitarios, por esos desalmados a los que la Rectora ha prestado auxilio en tan inoportuno momento. Justo, cuando más lo necesitan. La verdad: ¡No hallo forma ni manera de comprenderla!
Comprenderé a quienes callen, pero para quienes la continúen apoyando por la vía de los hechos en esa deriva de claudicación que ha optado por transitar, que sepan que su decisión les coloca en la acera de enfrente. El momento es binario. Se agotaron las cómodas baldosas para quienes les gusta ejercer ese despreciable rol de estar bien con dios y con el diablo. No me vengan conque son de oposición y adentro alcahuetean a la Magnifica. Me pueden calificar de primitivo o de retrechero, como les guste, pero ya basta. O viene la libertad para nuestra Venezuela, o se consolida algo mucho peor de lo que ya hemos sufrido. Mi suprema prioridad, como ser y actor político, es poder ver a mi Venezuela de nuevo libre y en positiva reconstrucción. Antepongo esta visión ante cualquier otro objetivo político deseable a nivel interno en la UC, convencido como estoy de que si no comenzamos por resolver el problema país, todo lo demás: universidades, fundaciones, cajas de ahorro, inservibles fonditos de pensiones, corporaciones gremiales se continuarán diluyendo hasta convertirse en la Nada. Cada cual deberá meditar, si continuar apoyando el proyecto rectoral de consolidación de la dictadura chavista dentro de la UC es lo saludable y moralmente correcto desde su perspectiva personal. Todos estamos viéndonos, los unos a los otros.
Continuará…
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