Crónica de una deriva Cap I
17/10/25
Por
Asdrúbal A Romero M
El primer capítulo de "Crónica de una deriva". La historia arranca en el capítulo final.

Capítulo I-No nos representa
El 16 de septiembre de 2025 Maduro instala el Consejo Nacional de Soberanía y Paz, una iniciativa planificada por el régimen que preside, con la finalidad de oxigenar su relato político de victimización frente a la movilización militar del Comando Sur en el Mar Caribe ordenada por Trump. Ver sentado allí al usualmente envalentonado Nicolás, muy dispuesto como niño modosito a recibir su clase de paz, cuyos lineamientos AHORA SÍ nos promete a todos cumplir, supongo que habrá despertado en muchos compatriotas una emoción agridulce. Su falta de sintonía y compromiso con el discurso de la maestra de la escuelita lo delataban sus fishy eyes. Quienes hemos dedicado muchas horas a la función docente, solemos referirnos a los "ojos de pescado" para describir esa típica mirada del estudiante que, estando presente en clase, anda perdido en las nebulosas, pensando en quién sabe qué asuntos muy distantes de los conceptos que se le pretende inculcar.
Si no fuese por toda la aureola de cinismo e hipocresía que circundaba el evento, podría hasta admitirse que el contenido programático elegido para la clase por la maestra era el adecuado y, además, expuesto de muy agradable manera. Pero, un gran pero, como siempre nos insistió el filósofo Ortega y Gasset, no podemos segregar nuestro accionar como seres humanos de las circunstancias vitales en las que estamos inmersos. Es decir, a los efectos de poder valorar la autenticidad de ese acto debemos tomar en cuenta el contexto y su historia. La maestra se parece más a una Caperucita desperdigada en el espacio, que pretende convencernos a todos de que ella, AHORA SÍ, podrá enmendarle la plana a ese alumnado que simula una fervorosa devoción por sus predicamentos. El problema es que su audiencia estaba plagada de lobos feroces, cuyas elegantes vestimentas no lograban su pretensión de impedir que apreciáramos sus fauces ensalivadas, conteniendo todavía rastros frescos de la sangre de sus víctimas. Centenares de torturados, menores de edad retenidos como prisioneros en cárceles inhumanas, adolescentes violadas, presos políticos suicidándose porque ya no resisten más la crueldad y el terror que les aplican, todo este drama ratificado sólo seis días más tarde en el informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, presentado al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Todos los que participaron en ese acto de miserables y todo el país sabe, que ese informe se queda muy corto con relación a los horrendos crímenes de lesa humanidad que ha cometido la narco- tiranía que preside Nicolás, el estudiante lobo con orejas de burro que intercambiaba miradas de "yo no fui" con la maestra que le llevó Lacava para que se prestara a esa farsa.
Reitero: el contexto permea todos los criterios a los que podamos apelar, a los efectos de hacernos un juicio sobre ese montaje, a última hora, de un andamiaje para la construcción de un relato político con nula credibilidad. Por una parte, está el momento en el que se realiza. A casi catorce meses del 28J, la jornada en la que el régimen terminó de ser desvestido de cualquier legitimidad democrática de origen que pudiera esgrimir en su defensa. Este logro trascendental, alcanzado por un gran equipo de ciudadanos, organizado y dirigido por la lideresa elegida por apabullante mayoría por el pueblo opositor, ha significado un antes y un después en el proceso de liberación de Venezuela del régimen representado a su máximo nivel en esa reunión de cínicas fieras. Sin embargo, la maestra no hace mención alguna en su clase, de los valores de la soberanía y la paz que más han sido desconocidos en los últimos años por sus “sabios alumnos”. Habla como si esa épica jornada del 28J no se hubiera producido cuando, en verdad, fue ese día cuando se realizó el verdadero Consejo Nacional por la Soberanía y la Paz. Los ciudadanos ejercimos directamente nuestra soberanía y ésta se desconoció de la peor manera: con una sádica represión que ha sido perfectamente documentada. Como también ha sido absolutamente comprobado que esos bichos- alumnos han sido unos saqueadores de la riqueza del país; destructores de la institucionalidad y de todo el edificio de prestación de los servicios básicos esenciales a la población tales como educación, salud, etc.; promotores y beneficiarios directos de la instauración de una narco cultura en todo el país, como lo ejemplifica la reciente historia de San Juan de Unare, pueblo de pescadores reconvertidos en mulas del narcotráfico, de donde salió la lancha obliterada por la temible amenaza --para ellos- a la que se habrán de enfrentar como castigo por su pérfido accionar en perjuicio de la Patria y el mundo entero. De esa amenaza, cuya inminente cercanía hace vibrar el corazón del 90% de los venezolanos con renacidas esperanzas, es de la que han pretendido salvarse y para ello recurren a figuras de la sociedad civil, supuestamente no conectadas con el núcleo del Mal. Traidores, como la maestra que en su lección, dictada a conveniencia y comodidad de sus capos- alumnos, omite, precisamente, todos los capítulos críticos que debía incorporar a su lección. Traiciona a la inmensa mayoría del pueblo venezolano, a la vista de todos. Traiciona a los ciudadanos que hicieron posible el 28J y a su lideresa. Traiciona a todos los presos políticos. ¡A los torturados! ¿Qué podría pensar de esa ridícula lecture si tuviese la oportunidad de acceder a ella un brillante jurista y luchador como Perkins Rocha, que lleva ya trece meses encarcelado en las mazmorras de los sádicos- alumnos por defender nuestros derechos de ciudadanía?
Aún hay más a considerar del contexto: ¡La maestra del circo de fieras era una rectora universitaria! ¡Sí! Y no una rectora o rector de alguna de esas universidades creadas por el régimen que no valen para nada. Ni tampoco un rector o rectora designado por ellos de alguna universidad nacional experimental. ¡No! Era la Rectora de la Universidad de Carabobo, mi alma mater, de la que fui Rector en el lapso 1996-2000. Una de las cuatro universidades nacionales con historia centenaria; “ex popular” porque ya no es accesible al pueblo; “ex autónoma” porque más que allanada su autonomía, ha sido aplastada por el régimen que, además, ahora pretende colonizarla mediante la “lacavanización” de la nueva amiga rectora. De esta forma, el régimen que más daño ha infligido a la universidad venezolana a lo largo de toda su historia y que ha sumido a un porcentaje significativo de los miembros de las comunidades universitarias del país, profesores, empleados y obreros, en un estado de Emergencia Humanitaria Compleja, se servía de una máxima autoridad rectoral de una universidad de prestigio para que le ayudara a mantenerse en el poder de la Nación.
¡Insólito! ¡Inadmisible! ¡Inolvidable! ¡Imperdonable! Lo único que pensaba mientras veía el video de su alocución de motolita, era cómo podía Jessy Divo de Romero atreverse a asumir la representación de los ucistas a contracorriente casi total del sentir nuestro. Mi reacción fue inmediata, irreflexiva, feroz, un tuit de catarsis que les transcribo: <<La participación de @jessydivo en tan deleznable acto NO ME REPRESENTA. Desde el exterior puedo manifestarlo libremente. No lo harán innumerables ucistas que sienten lo mismo. Ni habrá comunicados. El NARCOESTADO ha instalado el miedo dentro de la @ucarabobo por medio de usted, ¡Indigna Rectora!>>.
Han pasado muchos días desde ese reactivo tuit, he reflexionado mucho y mi posición de rechazo la mantengo. ¡Inaceptable! ¡Moralmente condenable! No retrocedo ni un milimétrico paso en mi posición: un rector o una rectora de una universidad de las nuestras, de las de abolengo, que precie su dignidad no puede permitirse aparecer en esa palestra. Hay en ese tuit, además del frontal rechazo a su actuación, otro sub mensaje: el del MIEDO, análisis muy importante que debe acometerse, pero sobre esto escribiré en los próximos capítulos. Por supuesto, en una comunidad del pensamiento era lógico que surgieran distintos pareceres: <<Pobre rectora. Tendríamos que ponernos en su lugar>>, <<Ella ha resistido, pero no le podemos pedir que se enfrente a esos crueles bárbaros>>. He aquí una muestra del tipo de mensaje que recibí en mi móvil en apoyo de la Rectora. Es comprensible que se produzcan. Pueden evidenciar, además, el efecto de una campaña de victimización de su figura que ya lleva unos cuantos años. No constituyen en mi opinión argumentos válidos.
Y mi razón es que esa entreguista participación suya en la celebración de un acto de extremaunción a cuenta de la agonía del régimen, no es un hecho puntual. No se trata que desde Miraflores la llamaron, para informarle que había sido elegida al azar en una lista de los cuatro rectores más importantes del país, para que diese una apasionada alocución cuyo guion le sería enviado a través de su correo electrónico, conjuntamente con la información sobre hora y lugar donde debía presentarse, así como el listado anexo de represalias a las que se expondría en caso de no seguir instrucciones. No fue así, señores. Con Jessy Divo de Romero ya no era necesaria tanta presión, porque su participación allí no es más que la sublimación, o más bien la desafortunada coronación, de toda una deriva creciente de entusiasta y pegajosa aproximación al régimen. Deriva insensata, para mí: inexplicable, autodestructiva, deshonrosa; que arrastra por el piso el honor y la imagen de nuestra universidad. ¿Qué razones pudieran estar nutriendo esa deriva? ¿Qué viene ocurriendo en nuestra alma mater como consecuencia de esta deriva? Su participación en ese deleznable acto es sólo la punta del iceberg y para profundizar se hace necesario abordar múltiples aristas -muy delicadas también porque tocan tejido humano-en próximos capítulos.
¡Continuará...!
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