Amal
22/7/25
Por
Asdrúbal A Romero M
Una excelente película para proyectar un mensaje de auxilio sobre un asunto inquietante

En el actual abigarrado panorama internacional de guerras, genocidios y jerarcas enfermos de populismo, cohabitan con esos magnos problemas otros que discurren un tanto inadvertidos. De cuando en cuando, se tiene la oportunidad de conocer de alguna denuncia sobre ellos, infectan el tejido interno de sociedades, pero su lenta evolución les permite ir pasando debajo del radar y adquiriendo naturaleza gangrenosa. Nada mejor que una excelente película para proyectar un mensaje de auxilio que capte la atención del gran público. Este es el caso de esta joya cinematográfica de coproducción franco-belga estrenada en 2023.
Son notorias las complejas dificultades que vienen afrontando Francia y Bélgica, para resolver el rompecabezas de la inserción social de una numerosísima migración proveniente de países árabes. Amal es una cinta que se desarrolla alrededor de unos graves acontecimientos que se producen en una escuela belga, pero cuya población estudiantil es mayormente de origen árabe. Su director, el cineasta belga-marroquí Jawad Rhalib, logra un perfecto retrato de las tensiones y profundas contradicciones que se producen al interior de las sociedades europeas, debido a la convivencia forzada de los hábitos liberales de sus culturas con los provenientes de un fundamentalismo religioso islámico.
El reconocimiento de su condición lesbiana por parte de una joven alumna del instituto, provoca que algunos de sus compañeros, imbuidos en ese fundamentalismo al que hemos hecho mención, activen un feroz acoso escolar en su contra. De ello se da cuenta su profesora de Literatura, que los tiene a todos en su salón, acosadores y defensores de la víctima, y quien también es de origen árabe. No esquiva el problema. Mas bien lo enfrenta, tratando de resolver los conflictos que van aflorando desde la situación de partida que propone la película. Asume un desafío, a sabiendas de que no le será nada fácil lograr un status quo medianamente satisfactorio y ello la convierte en el personaje “muy principal” de la película. Le da vida la excelente actriz Lubna Azabal, muy recordada por su participación en la magnífica Incendies (2010) de Denis Villeneuve.
Amal, la profesora, está firmemente convencida de que la escuela debe ser una puerta abierta al mundo, un lugar que permita a los jóvenes ampliar sus posibilidades y desarrollar su pensamiento crítico para ser libres. Profesa su religión, pero la concibe como algo privado y se opone a la censura y el dominio de la religión sobre las artes y la literatura. Cuando ella se entera del acoso a Monia, interpretada por Kenza Benbouchta, busca mediar e intervenir en el conflicto desde el ejercicio de su docencia. Es cuando decide leerles en clase obras del poeta árabe del siglo VIII, Aboû Nouwâs, cuyos versos satíricos ensalzan la libertad sexual y resultarán ofensivos para un sector de sus alumnos. Más adelante se sabrá que este sector está siendo adoctrinado en sus clases de religión por un profesor “islamista” -para ellos: <<Todo debe ser religión. No tenemos derecho a bailar, no tenemos derecho a cantar. En resumen, no tenemos derecho a vivir. Todo es haram (prohibido)>>.
Esas lecturas “prohibidas” incidirán para que el acoso se haga extensivo a Amal y el conflicto escale a niveles de padres, líderes religiosos de la comunidad y la dirección del instituto. Llegados a este punto, la dinámica del film se disparará para encauzarse en un decurso violento y muy interesante sobre el cual no haré spoiler. La película nos muestra el dilema al que se enfrentan profesores como Amal: comprometerse a través de la enseñanza en la defensa del principio de laicidad y el valor de la tolerancia o caer en la autocensura por miedo. La escenificación de la inusual valentía de la protagonista es, en cierta forma, un homenaje a profesores que se atreven a abrir las mentes de los estudiantes, a pesar de amenazas que ellos bien saben que no son cualquier cosa.
De hecho, el director Rhalib confiesa en una entrevista concedida a los medios[1] que, detrás del desarrollo de su película, está el crimen de Samuel Paty: un profesor asesinado y decapitado el 16 de octubre de 2020 por mostrar en clase una caricatura de Mahoma de Charlie Hebdo. Este cineasta ha realizado con anterioridad documentales y con el previo a Amal: Au temps où les Arabes dansaient -Cuando los árabes bailan (2019)- tuvo la oportunidad de escuchar a miles de estudiantes y fueron tantas las experiencias que alcanzó a recopilar que decidió pasarse a la ficción para mostrar al mundo lo que estaba ocurriendo con los jóvenes en su país.
Se convenció de que una obra cuyo objetivo fuese advertir sobre la radicalización de jóvenes musulmanes en escuelas localizadas en el propio núcleo de la Europa liberal y progresista, encontraría en la ficción un mecanismo de denuncia más efectivo. Eso sí, una ficción inspirada en la realidad de lo que se vive en esas escuelas, con una carga de racionalidad y emotividad combinadas de manera muy artística para no caer en lo panfletario. El resultado es una película muy valiente y al mismo tiempo profunda, que clama por la iniciación de un debate muy urgente en Europa y Canadá. Jóvenes, familias enteras, sufren la inexplicable persecución de algo que debió haber quedado muy atrás.
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